Uno de los mayores símbolos cariocas, la acera de Copacabana, es un hito en el deslumbrante paisaje de Río de Janeiro. Lo que no todos saben es que su historia (y diseño) precede a la intervención de Roberto Burle Marx en la década de 1970. El origen del diseño, así como sus piedras, es portugués.
El trazado tan característico de la playa más famosa del mundo se basa en el diseño creado por el ingeniero Pinheiro Furtado, a principios del siglo XIX, para el ancho del Rossio de Lisboa (la Plaza Dom Pedro IV, el Dom Pedro I en Brasil). Las olas representan el encuentro de las aguas del río Tejo con el océano Atlántico que suceden en la capital portuguesa y su diseño fue bautizado como "Mar Largo".
A principios del siglo pasado, con el fin de modernizar la capital de la república y homenajear la herencia cultural de los colonizadores, el entonces alcalde Pereira Passos inauguró el pavimento en la Avenida Atlántica en 1905. Las piedras fueron importadas de Portugal, ya que aún no se habían descubierto yacimientos de piedra caliza para la extracción del material en territorio nacional. Motivo por el cual las llamamos "piedra portuguesa" - para formar el pavimento, que permite la composición en diferentes colores, negro, blanco y rojo. Para su instalación en la orilla carioca, fueron necesarios 36 adoquinadores enviados por la Cámara Municipal de Lisboa a Brasil. Hasta hoy, la alcaldía de Río forma a sus funcionarios en un curso impartido por profesionales lisboetas para el mantenimiento de los pavimentos de la orilla que se extiende desde Leme hasta Pontal.
Volviendo a Copacabana, con la ampliación de la Avenida Atlântica en la década de 1970, se realizó una remodelación completa. El paisajista Roberto Burle Marx fue el responsable del nuevo trazado del malecón, que se convirtió en el "mayor ejemplo de una obra de arte aplicada en el mundo", según su catastro en el Instituto Estatal de Patrimonio Cultural. Fue en esta intervención que las olas cobraron su significado actual y dejaron de ser perpendiculares a la longitud de la acera, para pasar a ser paralelas al mar. Burle Marx también modificó el diseño original, alargando sus curvas e integrándolo en un conjunto gráfico más amplio -marcado por el abstraccionismo formal del autor-, que dialoga con el proyecto paisajístico compuesto por árboles de grandes copas y palmeras. Conformando, así, uno de los escenarios turísticos más emblemáticos del mundo.